Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) representan un grupo de trastornos mentales distinguidos por una conducta alterada en el consumo de alimentos y/o la presencia de comportamientos dirigidos a controlar el peso (Sadock, Kaplan y Ruiz; 2015). Además, se caracterizan por la presencia de una gran insatisfacción con la imagen corporal, el miedo a engordar y el pensamiento obsesivo con la alimentación.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los TCA representan una de las enfermedades de salud mental más complejas en torno al tratamiento, debido al número de personas afectadas por la enfermedad, así como también, por las muertes que esta ocasiona (Gascón y Migallón; 2015). Asimismo, este trastorno es considerado como la tercera enfermedad crónica más común entre los adolescentes y mujeres jóvenes, presentando una incidencia del 5% (López y Treasure; 2011).
Los TCA se enmarca en fenómenos sociales que se extienden más allá del tema médico y se centran en la sociedad, debido a que estos trastornos se ven afectados por el ideal de belleza impuesto por los medios de comunicación, en el que se resalta la importancia de la extrema delgadez, relacionándola como símbolo de independencia y éxito a nivel social, personal y profesional (Steiner y Lock; 1998).
De acuerdo a las clasificaciones internacionales de trastornos de salud mental, existen tres categorías dentro de este trastorno: la Anorexia Nerviosa (AN); la Bulimia Nerviosa (BN) y los TCA no especificados (TANE) (American Psychiatric Association; 1994). La anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa son las principales categorías diagnósticas dentro de las clasificaciones, presentando criterios de inclusión, curso del trastorno y pronóstico; mientras que los TCA no especificados, corresponden a una categoría residual, que incluye a los TCA que no cumplen con los criterios para AN y BN, pero que igual representan un importante deterioro funcional (López y Treasure; 2011).
La anorexia nerviosa es un trastorno psiquiátrico grave y complejo que se caracteriza por la mantención voluntaria de un peso bajo para el rango esperado para la edad que la persona presenta; este descendimiento es conseguido a través de medios extremos para controlar el peso como con el ejercicio compulsivo, restricción de alimentos consumidos y/o conductas purgativas. Estos síntomas se presentan junto a un intenso temor a ganar de peso o en la negación de presentar un bajo peso (Ackard , Fulkerson y Neumark-Sztainer; 2007).
La cuarta edición del Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales (DSM-IV) reconoce que dentro de este trastorno la persona se niego a mantener un peso mínimo dentro de lo normal, debido que a presenta un miedo intenso a ganar de eso y a una significativa interpretación errónea de su propio cuerpo.
Por otro lado, la bulimia nerviosa se describe como episodios recurrentes de atracones, es decir, una ingesta incontrolada de una gran cantidad de alimentos en un corto tiempo, generalmente en secreto, que conllevan a conductas compensatorias inapropiadas como vómitos autoinducidos, abuso de laxantes, el uso de diuréticos e hiperactividad física; junto a la alteración de la percepción de la forma y el peso corporal (Basurte, Sevilla y Holguera; 2011).
La bulimia nerviosa es la presentación más común de los TCA, presentándose en todos los grupos etarios, estimando una prevalencia entre 1 y 2% en mujeres jóvenes y su edad de aparición suele ser entre 15, 7 y 18,1 años
A diferencia de quienes sufren anorexia nerviosa, los adolescentes diagnosticados con bulimia nerviosa frecuentemente mantienen su peso inicial, debido a la inefectividad de los métodos purgativos. Además, los pacientes con este tipo de TCA se sienten afectados y avergonzados por la falta de control en torno a la ingesta de alimentos, por lo que es más fácil que se motiven a recibir ayuda (Faiburn y Harrison; 2003).
Pese a que este tipo de trastorno representa una complejidad importante en el proceso de tratamiento, si es detectado de forma precoz y se desarrolla un tratamiento disciplinario adecuado, los resultados pueden ser satisfactorios.
Por tanto, el visibilizar estos trastornos y aclarar aspectos erróneos de los mismos, permitirá generar mayor conciencia de la gravedad que esta representa, así como de la afección que presentan en la población juvenil y la cronicidad que afecta no solo al paciente que presentan la enfermedad, sino a todas las personas que lo rodean.
Referencias bibliográficas
APA. Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders. 4 ed. Washington, DC: American Psychiatric Association; 1994.
Ackard D, Fulkerson J, Neumark-Sztainer D. Prevalence and utility of DSM-IV eating disorder diagnostic criteria among youth. International Journal of Eating Disorders. 2007;40(5):409-17.
Basurte I., Sevilla, MJ., Holguera, S., et al. (2011) Trastornos de la conducta alimentaria. Medicina, 10(86): 5817-5824
Bermúdez, L.; Chacón, M. y Rojas, D. (2021) Actualización en trastornos de conducta alimentaria: anorexia y bulimia nerviosa. Revista médica sinergia, 6(8), https://revistamedicasinergia.com/index.php/rms/article/view/753/1368
Fairburn, C. y Harrison, P. (2003) Eating disorders. The lancet
Gascón, P. y Migallón, P. [consultado el 4 de setiembre de 2012]. Trastornos de la alimentación. Disponible en: es.salut.conecta.it
López, C. y Treasure, J. (2011) Trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes: descripción y manejo. Rev. Med. Clin. Condes, 22(1). 85 – 97. https://www.clinicalascondes.cl/Dev_CLC/media/Imagenes/PDF%20revista%20m%C3%A9dica/2011/1%20enero/10_PS_Lopez-12.pdf
Sadock, B., Sadock, V., Kaplan, H. y Ruiz, P. (2015). Sinopsis De Psiquiatría. 11th ed. Barcelona: Wolters Kluwer, 962-980.
Steiner H, Lock J. Anorexia nervosa and bulimia nervosa in children and adolescents: a review of the past ten years. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 1998;37:352–359
Vargas, M. (2013) Trastornos de la conducta alimentaria. Revista médica de Costa Rica y Centroamerica, 70(607). 475 – 482. https://www.medigraphic.com/pdfs/revmedcoscen/rmc-2013/rmc133q.pdf
WHO. ICD-10: Classification of Mental and Behavioural Disorders: Clinical Descriptions and Diagnostic Guidelines. Geneva: World Health Organization; 1992.
Brenda Martinez Vivanco
Centro Psicológico Neurocare